sábado, 26 de julio de 2014

DALÍ, ¿ES O NO ES DALÍ?


Lo primero que vemos desprenderse aquí, de esta paradójica afirmación, en este delirante desdoblamiento que hace de su propio nombre, es el reconocimiento de que “Dalí no es DALI”; de que “Dalí (el hombre, el artista) es un loco que se cree que es DALI (el grande, el genial, el inmortal)”.

 ¿Quién es Dalí?

Podemos comenzar el análisis de este dicho diciendo, justamente como diría Freud, que el primer Dalí representa el yo actual, y el segundo, el yo ideal.  Lo que Dalí hace con la construcción de esta frase es algo que bordea con gran sutilidad los límites del engaño y la mentira. Lo que quiero decir es que él disfruta muchísimo con la elaboración de estas veleidades, con los dobleces de estos decires de los que es, a un mismo tiempo, esclavo y señor, objeto y sujeto de su propia grandeza artística y espiritual.

Él es en el mismo ámbito de la creación artística el creador y el objeto creado. En esta dialéctica él es el que crea y el que se-crea, creando y re-creando-se a sí mismo, duplicándose todo el tiempo con la palabra que devora y se devora, como la serpiente Aurobora de los hindúes, que gira sobre sí misma para  hincar los dientes en su propia cola y tragarse a sí misma. En fin, él cree ser un Dalí que no es. Solamente por eso podríamos decir que está loco: porque está convencido de que es DALI, cuando en realidad es simplemente  Dalí[1].

Con la construcción de este decir Dalí (como sujeto de lo que dice y no sabe que dice y no sabe qué dice) queda totalmente elidido y alejado de sí mismo, del decir que lo atraviesa y constituye.  Porque entre Dalí y Dalí hay un abismo en el que, como si fueran costas de un ancho mar, flota alocadamente y a la deriva la idea de “creer ser lo que no es”; pero la verdadera locura no está allí, precisamente, sino en este giro identificatorio al significante de su propio nombre, con el que se nombra y se llama, como una forma de invocar al alter ego con el ego, en este “creer no–ser lo que realmente es”. Para el segundo Dalí, lo descabellado es que el primer Dalí “crea ser DALI”, mientras que lo correcto, para él, es creer que Dalí no es DALI.

Por eso nos preguntamos: ¿qué dicho es más delirante de los dos? ¿Qué decir es más irracional? ¿El del primer Dalí o el del segundo? ¿Que el primer Dalí crea que es el segundo o que el segundo crea que no es el primero?

El segundo DALI dice que el primer Dalí es un loco, porque piensa que ES él, alguien que no es –aquí está el primer giro-; pero lo delirante es que este segundo DALI crea, de verdad, que esté plenamente convencido de que el primer Dalí  NO–ES quien realmente ES, o sea,  él mismo.

De esto surge la siguiente estructura:


                        Dalí.....................(es).........................Dalí                        
Dalí..(es un loco que se cree que es)..Dalí.
 Dalí...................(no es).......................Dalí


Comencemos por lo primero: Dalí no es Dalí. En cambio, por ejemplo, Maradona sí es Maradona. “Es el que Es”, como el bíblico Jehová.

Si tomamos como parámetro de comparación al jugador argentino en función de aquellas gloriosas y tan controvertidas frases que tanto hemos analizado en nuestro libro (recordamos, El Nombre de DIOS, del cual tanto nos hemos explayado en otro lugar de este blog)  podríamos decir que, Maradona no es un loco que, como Dalí, cree ser alguien que, en realidad, no es. Por el contrario, Maradona sabe perfectamente que es Maradona y sabe quién es Maradona, y lo que representa para los hinchas en todo el mundo. Y por cierto, lo sabe muy bien. Por otro lado y siguiendo la misma idea, lo mismo  podríamos decir que pasa con el Hijo de Dios; Jesús sabe perfectamente que es El Cristo resucitado. Porque Jeshúa es “Jeshucristo”.

Por esa razón, podríamos agregar en función de esto que acabamos de decir una vuelta más sorprendente aún y decirlo así:

Dalí no se hace el loco; “Dalí es un loco que se hace el Dalí”.

¿Quién podría acaso no decir que este trazo esquizoide en el discurso delirante de Dalí no es lo más pintoresco que hayamos podido ver de su rasgo y personalidad?

Es indudable que lo mas atractivo de la genial locura del pintor tiene que ver con el círculo y la metáfora de la eternidad, con esa la figura geométrica identificada, desde la más remota antigüedad, con la divinidad y la perfección. Lo que hay de “loco” en su discurso es este aspecto que en él se identifica con la eternidad, manifiesta en la circularidad y la omnipresencia que encuentra en saberse o sentirse o ser Dios –para él mismo-; con el orden aparentemente caótico de lo que es al voleo, con lo que gira de un lado a otro con control.

La famosa locura “Daliniana” ya está implícita en esta articulación ser–no–ser. En este saberse mortal y, por otro lado, creerse Dios. Por esta particularidad de esta personalidad escindida, por la palabra que lo parte y atraviesa, es que permanece suspendido en esta oscilación de “saberse y-no saberse” dividido. Porque, acaso, ¿no es el mismo decir el que lo aparta y lo enajena de su propia mismidad?

Dalí se agranda, se potencia y se proyecta mentalmente al cuadrado cuando se encuentra cara a cara con Dali, ese “otro” de él mismo, que lo duplica, que todo el tiempo le dobla el sentido de lo que es y no es. En fin, que lo convierte en alguien que, decididamente, es y al mismo tiempo no es, y que, por otro lado, vive siendo lo que no es, y deseando ser lo que nunca será.





[1] Las mayúsculas en contraposición con las minúsculas de su nombre permiten entender más fácilmente lo que unas líneas atrás dijimos sobre la idealización que él mismo hace de su propia persona.



Hugo Cuccarese

Humberto Hugo Cuccarese




2 comentarios:

  1. La firma de Dalí, se corresponde con la corona líquida que produce una gota al caer. ¿Es su firma una firma "elegida", como la de todos nosotros, quienes sentimos que nuestras iniciales, (ese "símbolo que se traduce en nuestro sello identificatorio") o es un símbolo despersonalizado de toda identidad, pero que refleja parte de su identificación con "la corona"? Por otra parte, Salvador Dalí (artista) nace 9 meses después del fallecimiento de un hermano, que llevaba igual nombre. Sus padres deciden llamarlo con el nombre de su difunto hermano, de algún modo para llenar el vacío que les había producido la muerte "del otro". ¿Dalí no es Dalí? ¿Ser o no ser? Interrogantes que llegan a mi cabeza...

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  2. Sí, ya sabía que la corona liquida que dibuja Dalí sobre su rúbrica es un calco de la fotografía estroboscópica de la caída de una gota de leche, realizada creo que por un ingeniero eléctrico llamado Harold Edgerton –o algo así-, y que tiene connotaciones muy particulares como todo lo que hacía él.
    Pero este comentario tuyo es muy interesante porque me hizo ver algo que se me había pasado por alto, y que puede adjuntarse a lo anteriormente dicho. Y es el tema que, desde una mirada psicoanalítica, me atrevería a decir que por la posición mega narcisista que describo en el artículo, respecto de su propio nombre, justamente de su “yo”, posición esta que lo lleva a tener que ser siempre el centro del mundo, y viendo que él tuvo un encuentro con Freud, (al que después le dedicó un dibujo, con otra de sus travesuras), creo que él, digo, está reafirmando con su propia firma lo que sostuvo toda su vida con su cuerpo y con sus actos, a saber: que él es el niño eterno, con su eterna madre Gala y, como tal, el rey absoluto del mundo, de su mundo, -con exclusión del padre mediante, claro-; o como llamaba Freud al perverso polimorfo: “His majestik the baby” (su majestad el niño).
    La corona de “leche” de su rúbrica es donde Dalí reafirma a este “otro Dalí”, como digo en el artículo, como un intento de eternizar su delirante reinado.

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