domingo, 29 de junio de 2014

EL SABIO, EL SABER Y EL SABOR

Nosotros, como buenos occidentales que somos, y  seguramente un poco influidos por esa forma de vida aburguesada que llevamos a causa del agitado y desmedido avance del capitalismo, no solo hemos ido perdiendo con el tiempo el sentido y el gusto por el “buen vivir” (que es un vivir inmerso en el arte de vivir)  sino que también hemos ido tergiversando su legendario sentido hasta confundirlo completamente con el “bien vivir”, (entendido como “vivir bien”), es decir, aferrados a los  lujos y las posesiones materiales, pero apartado de lo que antiguamente tenía que más que ver con la espiritualización y el Arte de Vivir.


¿Un libro que enseña a saborear la vida?

¿Por qué a lo largo de la historia de la filosofía china sabios y eruditos de todos los tiempos nos han venido hablando de un “arte de vivir” como si, con vivir simplemente, no alcanzara?

La vorágine anonadante de estos alocados tiempos pos modernos nos ha conducido finalmente a un callejón sin salida: o bien pasamos gran parte de nuestros días automatizados, alienados a la mecánica y cotidiana avidez del consumismo y su mortífera demanda de consumir más, cada vez más; o bien vivimos cada vez más alejados de la naturaleza y de lo que es verdaderamente esencial, desconectados del cielo y de la tierra, de la palabra verdadera que nos une a nuestros semejantes desde el sentimiento, dirigidos ciegamente en una dirección fantasmática, totalmente opuesta a los designios de  nuestros verdaderos deseos.

Podríamos entonces adoptar una postura semejante a la de los antiguos griegos y chinos y pensar que no existe tal cosa como un “buen” vivir. Pero afortunadamente y para sorpresa de muchos de nosotros, hemos logrado rescatar de las entrañas del olvido una milenaria forma de pensar y de actuar en la vida (una forma amorfa y sin embargo no caótica), una manera de sentir con el cuerpo y con el alma cada minuto de nuestra vida, y hacer –sin hacer- del “buen vivir” un “vivir bien”, que es una forma de hacer de la vida un arte, “un arte de vivir”.

Así como Sun Wu Tzu ha escrito El arte de la guerra hubo alguien que siguiendo esa misma dirección y lineamientos –al arte me refiero- trazó con caracteres chinos el camino que conduce hacia el Arte del Vivir. Quien haya sido ese sabio sibarita que en la historia del pensamiento filosófico fue lo suficientemente lúcido e inspirado como para comparar la vida con el arte, merece nuestra más sentida admiración e interés.

“¡Oh, caminante, artista y artesano, tú que haces de tus pies la gubia que cincela, la huella que refracta, la pisada que golpea ciegamente en el camino, has de tu vida una obra de arte!” –puede leerse en un apartado de El tao de la degustación, llamado “El escultor que se talla a sí mismo”-.

La historia del libro es harto confusa. Poco y nada se sabe sobre la fecha de su elaboración. El comentarista de la obra no suele hacer aportes demasiados significativos,  solo bordea el problema de la identidad de su autor sin introducirse en una investigación demasiado profunda. El origen de El tao de la degustación se oculta detrás una nebulosa; el trayecto que ha recorrido hasta llegar hasta nosotros todavía permanece incierto, y para muchos, indiferente. Tal vez nuestra investigación pueda descorrer el velo de misterio y arrojar un manto de luz sobre la impronta que hubo de dejar su paso por la historia del pensamiento chino. El enigmático autor anónimo es probablemente el mayor de los misterios no resueltos hasta el momento. Creemos que es posible dirigirnos en esta dirección y elaborar una tesis que prometa la solución –al menos pasajera- sobre quién ha sido el espíritu que ha urdido la trama de este fascinante sistema de “codificación de sentidos”. Lo único que se conoce a ciencia cierta es que la obra es de origen chino, y que su autor ha debido ser un poeta, un filósofo, o un místico de la época del período Sung. 

En un principio, emprendimos la investigación historiográfica del Tao de la Degustación guiados únicamente  por la luz de la intuición. Luego, poco a poco, hemos ido descubriendo ciertos datos que nos han llevado a reflexionar sobre la autenticidad del libro, y más aún, sobre la identidad de su autor, supuestamente desconocido.  Varias de estas pistas nos han conducido hacia la legendaria figura de uno de los románticos chinos más famosos de la dinastía Sung. Su historia es revisada y analizada aquí bajo la luz de un sorprendente hallazgo. A pesar que ésta es la versión menos aceptada  por los eruditos, sigue siendo la más “creíble”, y porqué no, la más “real” para el autor de estas líneas.

El autor  que citamos en estas páginas escribió El tao de la degustación inspirado en un manuscrito de origen chino, titulado: El sabio, el saber y el sabor, hallado por azar en una vieja librería de Hong Kong. La extraña obra fue adjudicada al célebre poeta Li Po por un comentarista posterior llamado, Wong Shechia, escritor de origen cantones -no muy conocido por los chinos contemporáneos- y comprende 101 piezas poéticas, junto a un exhaustivo análisis del espectro del sabor.

El libro es un sofisticado sistema de codificación de gustos y sabores, basado en la milenaria estructura matemática del I Ching. Es un interesantísimo vademécum de combinaciones entre saberes y sabores. Un verdadero tratado sobre medidas y proporciones que hace del simple placer de degustar –o vivir situaciones- un arte. El libro es sumamente complejo y de difícil abordaje. Para la comprensión del mismo es menester dominar dos artes tan antiguas como el hombre: el I  Ching y el vino. Posiblemente las generaciones posteriores a su publicación no pudieran penetrar en la oscura lógica del libro y, confundiéndola con el desvarío de un viejo loco y borrachín, halla sido  ignorada por tantos siglos.

La estrecha vinculación entre  Shechia y la novedosa filosofía de El tao de la degustación nos ha llevado a descubrir  una de las mayores obras del pensamiento chino, perdida en una pequeña biblioteca de un templo taoísta. Jamás nadie sospechó que Li Po hubiera escrito una prosa de semejante contextura analítica hasta que el letrado comentarista halló firmada la obra con  el seudónimo “Hena T´ang T´uei Shih” “El sabio retirado del estanque de los lotos”. (Uno de los nombres de fantasía de Li Po).

El brillante comentarista de El sabio, el saber y el sabor sostiene que el libro - originariamente destinado a un selecto grupo de discípulos o “degustadores”, amantes de la poesía, del buen vivir y del buen beber, como su maestro- es una selección compilada después de la muerte de su autor por un editor anónimo que, no estando de acuerdo con el título original, decidió cambiarlo por otro. Shechia presume que la obra fue publicada por sus amigos o discípulos después de la muerte de su compilador, durante el tercer año del reinado del emperador Ch´ien Lung (1735 –1795). Y alega que el título de la selección (Trescientas jarras de vino, de la Dinastía T´ang) se basa en la deformación de un dicho popular: “Mediante la lectura concienzuda de los 101 poemas T´ang, sobre el arte del degustar, cualquiera puede vivir en el Tao sin necesidad de aprendizaje”.

Según Shechia, Li Po no ordenaba sus poemas ni demostraba interés alguno en su publicación. Y como dice él, es probable que de los veinte mil poemas que escribiera durante su extensa vida -y de los que apenas han sobrevivido la décima parte- alguno de ellos fuera esta inédita obra que hoy conocemos como El tao de la degustación, considerada por su comentador  como  “El paradigma chino del arte de vivir”.

Nosotros, por nuestra parte, no solo hemos emprendido la investigación del precioso manuscrito al que hacemos referencia, sino que,  dado el rudimentario conocimiento que poseemos del idioma chino, hemos decidido realizar personalmente la traducción del mismo, pero en  estrecha colaboración con eruditos y estudiosos de origen chino, especialistas en dicha lengua y filosofía.

(El resultado de dicha labor hallará el lector ampliamente desarrollado en el artículo que se adjunta en la página oficial de RIO ALBA, bajo el título: Un poeta de pura cepa)


Hugo Cuccarese

Mis dibujos

No hay comentarios:

Publicar un comentario