Siguiendo
en esta dirección, podríamos decir que los “mesías” de hoy en día lucen una
apariencia mucho más cuidada y refinada que la que podía verse en otros
tiempos. Por supuesto que ya no visten aquellas humildes túnicas de lana sino
unas bellas y ajustadas camisetas, con exaltados colores y pantaloncillos al
tono, también haciéndole juego. Decididamente hoy llevan una apariencia más
prolija; se han cortado el pelo y afeitado la barba, porque, como todos saben,
han dejado atrás las sandalias y se han puesto los botines.
Con solo acercarnos a un puesto de
diario podemos apreciar la locura que genera el fútbol en los más apasionados y
fervorosos entusiastas del balón, y el aspecto religioso que por supuesto gira
en torno a él. El periodismo deportivo pareciera esperar con ansias el momento
exacto en el que un jugador de fútbol se convierte en crack para luego elevarlo a superhéroe, y finalmente
retratarlo como tal en las primeras planas de todos los matutinos.
Una demostración de este fenómeno fue
sin lugar a dudas cuando Messi emuló a Maradona en el golazo a los ingleses
–ése que dio la vuelta al mundo en un sólo día-, y a uno de los diarios
españoles le bastó con sacar una portada con su nombre, escrito con la “S”
mayúscula de “Superman”, así:
“MESSI”.
Y lo hicieron adrede, por supuesto, en
rojo y amarillo sobre fondo azul, copiando el formato de la reconocida letra S que exhibe
el superhéroe en sus fornidos pectorales. Recordemos que el traje tricolor que
luce Superman lleva casualmente los mismos colores azul, rojo y amarillo que
tiene la camiseta del equipo del Barcelona, donde ahora juega el Súper Messi.
El diario El País, de España, lo
tituló: “EL PIE DE DIOS”. Pero el problema es que escrito así (con la “I”
latina) no remite al pie de Messi, sino al pie lacerado del héroe del cristianismo.
Y con la escritura del “1”, tampoco. En dicho caso, escrito de ese modo,
hubiera sido una alusión directa al pie de Maradona (D1OS). Por lo visto, no
hay manera de que el lenguaje permita inscribir a “la pulga” como Dios, como sí
ocurrió con “el pelusa”; sólo como un “súper pibe”, dueño de súper poderes. O
como también se lo llamó: “La pulga atómica”.
Debemos aclarar que si el gol que hizo
Diego en el ´86 es hoy considerado un
gol inmortal es porque, en primer lugar, fue un gol “soñado”
–como dijo él mismo-, un gol que quisiera hacer cualquiera que le apasione un
poquito así el fútbol; y segundo, porque lo hizo en un Mundial, en las
semifinales y nada menos que contra Inglaterra. De allí que, pese a lo
extraordinario que fuera en sí misma aquella extraordinaria “jugada calcada”,
la copia de Messi no alcanzará las dimensiones que tuvo el original y durará
–al final de cuentas- lo que duró su fama alrededor del mundo: un sólo día.
No olvidemos que vivimos en un país supersticioso y cabulero. Más del
90% de la gente confiesa creer en Dios. No obstante, la idiosincrasia de los
argentinos nos permite soñar con la llegada del Mesías sin que necesitemos
pisar una iglesia o sumergirnos en la lectura del Apocalipsis. La imagen del
profeta –del “profeta de la redonda”, (que es en sí misma “un pequeño mundo”)-
ya se ve prefigurada, como venimos sosteniendo a lo largo de todas estas
líneas, en el propio nombre del futbolista. Si la fama de Messi se ve cada día
más favorecida y exaltada por sus magníficos dotes, y si a su alrededor crece
el fervor y la veneración, tal como le ocurriera anteriormente a nuestro
querido Diego, con seguridad su causa no se encuentra más que en ese decir que,
como ya dijimos, se desliza cada vez que su Santo Nombre es pronunciado como
tal.
Es muy probable que habiendo visto los hinchas de fútbol las obras del
maravilloso “pulga”, después de las realizadas
por el recordado “pelusa” se preguntaran, tal vez con la misma inquebrantable
fe que sostenía en su cautiverio Juan el Bautista:
“¿Eres Tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?”
¿Acaso el hecho de que Messi haya tenido que irse a jugar a Europa, por
las razones que fuesen, no es coherente con aquello que se dice del Mesías,
sobre que “nadie es profeta en su tierra”?
La constelación simbólica que rige para estos amados futbolistas
argentinos, elevados al estatuto de dioses o divinidades populares, se
encuentra bañada por un profundo sentido religioso, un sentimiento de hermandad
universal que los hinchas de hoy viven con la misma rabiosa vehemencia con la
que lo hicieron los fanáticos de ayer. Por eso cuando los jugadores de la
Selección Mayor se invisten con la encantadora mística de esos talentos
divinos, y en las banderas argentinas flamea esa sagrada inscripción futbolera,
“El D1OS envió a su MESSIas”, la albiceleste se torna también, y excepcionalmente,
albi... celestial.
ANEXO del 24-05-14
El llamado “realismo mágico” ha saltado
de las páginas de la buena literatura para apoderarse ampliamente de otro
campo: el campo de juego. Así vemos a los periodistas nombrando a las hazañas
deportivas como “jugadas milagrosas”, o hablando
de “la magia” que tendrían algunos jugadores. El cruce entre religión y fútbol
(ambos fenómenos que congrega la pasión de
multitudes) se hace cada vez más notorio y expansivo con el auge y las
posibilidades que ofrece la tecnología del internet (otro fenómeno que también abarca
multitudes).
Si googleamos en internet, podemos encontrar
el nombre de Messi relacionado con el de Superman de mil maneras diferentes.
Por ejemplo, la misma letra S de
Superman es utilizada en el nombre de
Messi así: “MESI”, y en el nombre de
Jesús así: “JESUS”, produciendo no
solo una asociación directa de él (de
Messi) con Él (el Mesías), sino también a una superposición –para seguir jugando con este sentido- de los súper poderes que tiene el jugador, con
los poderes divinos que posee el Hijo de
Dios.
Internet está repleto de imágenes de
portadas de diarios y revistas especializadas en deporte, vinculando, como
dijimos antes, con títulos enormes y muy
llamativos el nombre de Messi con el nombre de Superman, con seguridad el
superhéroe más famoso del mundo. En todas las planas podernos ver titulares que
retratan al jugador como el eterno superhéroe, escribiendo infinidad de veces su
nombre así: “Supermessi”, todo junto, o “súper Messsi”, separado; incluso con la imagen de la “S” de Superman
entre súper y Messi, pero lo que extrañamente no aparece nunca es el nombre del
jugador escrito con la S de Superman en
el lugar de las dos eses de Messi, como expliqué más arriba, lo que sería
la máxima contracción significante, la
del logo del superhéroe –que no es otro que la inicial de su nombre- en medio
del nombre del jugador. Algo muy similar a lo que hicieron los hinchas de
Maradona inscribiendo el número 10 de su camiseta, adentro del nombre de Dios
(D10S), logrando escribir lo que sus gargantas no cesaban de gritar, a saber:
que “Maradona ES Dios”.
Este anexo es posterior a este pequeño
artículo que data de la época en que escribí mi libro El nombre de D1OS, Maradona. Y ahora, repasando estos escritos para
subirlos a esta página web, que actualmente estoy construyendo, y buscando en
internet, no puedo encontrar ni la portada del diario El País, que cité en este
mismo artículo más arriba, en la que digo haber visto ese titular que rezaba “EL PIE DE
DIOS”, ni la otra tampoco, en la que habían escrito a todo color las dos eses
del nombre de Messi con una sola y más grande, igual a la S de Superman.
Estoy seguro de que ese titular existe -porque
yo lo vi-, y seguramente debe estar por ahí dando vueltas en algún insondable rincón de internet -porque yo no lo inventé-,
lo juro, pero lo extraño es que no aparezca por ningún lado. Lo que me resulta llamativo es que existen infinidad de portadas
de diarios y revistas que relacionan la imagen y el nombre del jugador con el
citado superhéroe, -y de mil modos diferentes-, ¡pero nunca aparece su nombre escrito
como yo lo vi! ¡Con la S de Superman!
Por lo que puede verse en los medios
gráficos que aparecen en internet, los periodistas deportivos -quienes seguramente
también serán fanáticos del jugador- no escatiman creatividad a la hora de construir
imágenes que asocien a Leonel y a sus excepcionales talentos con la divinidad,
los milagros y los poderes mágicos. Me pregunto por qué entonces no aparece esa
ingeniosa construcción significante, con esa S enorme en su nombre –que, reitero, en algún lugar he visto-, en
vez de dar vueltas alabando en las tapas
de revistas “lo súper” que es el jugador, pegando a su nombre la misma palabra
súper, cuando con esa sola imagen (la
de la S roja y grandota entre las letras de Messi) bastaría para simplificar y potenciar
lo que por todos los medios y literalmente se intenta decir, a saber: que Messi,
cuando entra a una cancha de fútbol
luciendo los colores de la camiseta del Barza, verdaderamente, ES un “Supermessi”
(un hombre sobrehumano, dotado de poderes increíbles), del mismo modo que Clark Kent cuando se pone ese ceñido traje azul
con capa roja, que le otorga poder en la musculatura y don para volar, y se vuelve un súper hombre.
Lo irónico de todo esto es descubrir que
aquel tímido muchacho que antes tenía dificultades para crecer ahora no pare de
agigantar su figura. Esto demuestra –y con creces- para aquellos que en su
momento no pudieron o no quisieron ver que el caudal de su inmenso y arrollador talento
era también, después de todo, inagotable.
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