miércoles, 25 de junio de 2014

MESSI; EL SUPERMESSI

Siguiendo en esta dirección, podríamos decir que los “mesías” de hoy en día lucen una apariencia mucho más cuidada y refinada que la que podía verse en otros tiempos. Por supuesto que ya no visten aquellas humildes túnicas de lana sino unas bellas y ajustadas camisetas, con exaltados colores y pantaloncillos al tono, también haciéndole juego. Decididamente hoy llevan una apariencia más prolija; se han cortado el pelo y afeitado la barba, porque, como todos saben, han dejado atrás las sandalias y se han puesto los botines.

Con solo acercarnos a un puesto de diario podemos apreciar la locura que genera el fútbol en los más apasionados y fervorosos entusiastas del balón, y el aspecto religioso que por supuesto gira en torno a él. El periodismo deportivo pareciera esperar con ansias el momento exacto en el que un jugador de fútbol se convierte en crack para  luego elevarlo a superhéroe, y finalmente retratarlo como tal en las primeras planas de todos los matutinos.

Una demostración de este fenómeno fue sin lugar a dudas cuando Messi emuló a Maradona en el golazo a los ingleses –ése que dio la vuelta al mundo en un sólo día-, y a uno de los diarios españoles le bastó con sacar una portada con su nombre, escrito con la “S” mayúscula de “Superman”, así:

“MESSI”.


Y lo hicieron adrede, por supuesto, en rojo y amarillo sobre fondo azul, copiando  el formato de la reconocida letra S que exhibe el superhéroe en sus fornidos pectorales. Recordemos que el traje tricolor que luce Superman lleva casualmente los mismos colores azul, rojo y amarillo que tiene la camiseta del equipo del Barcelona, donde ahora juega el Súper Messi.  
                                                                                                           
El diario El País, de España, lo tituló: “EL PIE DE DIOS”. Pero el problema es que escrito así (con la “I” latina) no remite al pie de Messi, sino al pie lacerado del héroe del cristianismo. Y con la escritura del “1”, tampoco. En dicho caso, escrito de ese modo, hubiera sido una alusión directa al pie de Maradona (D1OS). Por lo visto, no hay manera de que el lenguaje permita inscribir a “la pulga” como Dios, como sí ocurrió con “el pelusa”; sólo como un “súper pibe”, dueño de súper poderes. O como también se lo llamó: “La pulga atómica”.

Debemos aclarar que si el gol que hizo Diego en el ´86 es hoy considerado un  gol inmortal es porque, en primer lugar, fue un gol “soñado” –como dijo él mismo-, un gol que quisiera hacer cualquiera que le apasione un poquito así el fútbol; y segundo, porque lo hizo en un Mundial, en las semifinales y nada menos que contra Inglaterra. De allí que, pese a lo extraordinario que fuera en sí misma aquella extraordinaria “jugada calcada”, la copia de Messi no alcanzará las dimensiones que tuvo el original y durará –al final de cuentas- lo que duró su fama alrededor del mundo: un sólo día.

No olvidemos que vivimos en un país supersticioso y cabulero. Más del 90% de la gente confiesa creer en Dios. No obstante, la idiosincrasia de los argentinos nos permite soñar con la llegada del Mesías sin que necesitemos pisar una iglesia o sumergirnos en la lectura del Apocalipsis. La imagen del profeta –del “profeta de la redonda”, (que es en sí misma “un pequeño mundo”)- ya se ve prefigurada, como venimos sosteniendo a lo largo de todas estas líneas, en el propio nombre del futbolista. Si la fama de Messi se ve cada día más favorecida y exaltada por sus magníficos dotes, y si a su alrededor crece el fervor y la veneración, tal como le ocurriera anteriormente a nuestro querido Diego, con seguridad su causa no se encuentra más que en ese decir que, como ya dijimos, se desliza cada vez que su Santo Nombre es pronunciado como tal.

Es muy probable que habiendo visto los hinchas de fútbol las obras del maravilloso “pulga”, después de las realizadas por el recordado “pelusa” se preguntaran, tal vez con la misma inquebrantable fe que sostenía en su cautiverio Juan el Bautista:

“¿Eres Tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?”

¿Acaso el hecho de que Messi haya tenido que irse a jugar a Europa, por las razones que fuesen, no es coherente con aquello que se dice del Mesías, sobre que “nadie es profeta en su tierra”?
La constelación simbólica que rige para estos amados futbolistas argentinos, elevados al estatuto de dioses o divinidades populares, se encuentra bañada por un profundo sentido religioso, un sentimiento de hermandad universal que los hinchas de hoy viven con la misma rabiosa vehemencia con la que lo hicieron los fanáticos de ayer. Por eso cuando los jugadores de la Selección Mayor se invisten con la encantadora mística de esos talentos divinos, y en las banderas argentinas flamea esa sagrada inscripción futbolera, “El D1OS envió a su MESSIas”, la albiceleste se torna también, y excepcionalmente, albi... celestial.


ANEXO del 24-05-14


El llamado “realismo mágico” ha saltado de las páginas de la buena literatura para apoderarse ampliamente de otro campo: el campo de juego. Así vemos a los periodistas nombrando a las hazañas deportivas  como “jugadas milagrosas”, o hablando de “la magia” que tendrían algunos jugadores. El cruce entre religión y fútbol (ambos fenómenos que congrega la pasión de  multitudes) se hace cada vez más notorio y expansivo con el auge y las posibilidades que ofrece la tecnología del internet (otro fenómeno que también abarca multitudes).   

Si googleamos en internet, podemos encontrar el nombre de Messi relacionado con el de Superman de mil maneras diferentes. Por ejemplo, la misma letra S de Superman es  utilizada en el nombre de Messi así: “MESI”, y en el nombre de Jesús así: “JESUS”, produciendo no solo  una asociación directa de él (de Messi) con Él (el Mesías), sino también a una superposición –para seguir jugando con este sentido- de los  súper poderes que tiene el jugador, con los  poderes divinos que posee el Hijo de Dios.

                             

Internet está repleto de imágenes de portadas de diarios y revistas especializadas en deporte, vinculando, como dijimos antes, con  títulos enormes y muy llamativos el nombre de Messi con el nombre de Superman, con seguridad el superhéroe más famoso del mundo. En todas las planas podernos ver titulares que retratan al jugador como el eterno superhéroe, escribiendo infinidad de veces su nombre así: “Supermessi”, todo junto, o “súper Messsi”, separado;  incluso con la imagen de la “S” de Superman entre súper y Messi, pero lo que extrañamente no aparece nunca es el nombre del jugador escrito con la S de Superman en el lugar de las dos eses de Messi, como expliqué más arriba, lo que sería la máxima  contracción significante, la del logo del superhéroe –que no es otro que la inicial de su nombre- en medio del nombre del jugador. Algo muy similar a lo que hicieron los hinchas de Maradona inscribiendo el número 10 de su camiseta, adentro del nombre de Dios (D10S), logrando escribir lo que sus gargantas no cesaban de gritar, a saber: que “Maradona ES Dios”.            

                             

Este anexo es posterior a este pequeño artículo que data de la época en que escribí mi libro El nombre de D1OS, Maradona. Y ahora, repasando estos escritos para subirlos a esta página web, que actualmente estoy construyendo, y buscando en internet, no puedo encontrar ni la portada del diario El País, que cité en este mismo artículo más arriba, en la que digo  haber visto ese titular que rezaba “EL PIE DE DIOS”, ni la otra tampoco, en la que habían escrito a todo color las dos eses del nombre de Messi con una sola y más grande, igual a la S de Superman.

Estoy seguro de que ese titular existe -porque yo lo vi-, y seguramente debe estar por ahí dando vueltas en algún insondable  rincón de internet -porque yo no lo inventé-, lo juro, pero lo extraño es que no  aparezca por ningún lado.  Lo que me resulta  llamativo es que existen infinidad de portadas de diarios y revistas que relacionan la imagen y el nombre del jugador con el citado superhéroe, -y de mil modos diferentes-, ¡pero nunca aparece su nombre escrito como yo lo vi! ¡Con la S de Superman!   

Por lo que puede verse en los medios gráficos que aparecen en internet, los periodistas deportivos -quienes seguramente también serán fanáticos del jugador- no escatiman creatividad a la hora de construir imágenes que asocien a Leonel y a sus excepcionales talentos con la divinidad, los milagros y los poderes mágicos. Me pregunto por qué entonces no aparece esa ingeniosa construcción significante, con esa S enorme en su nombre  –que, reitero, en algún lugar he visto-, en vez  de dar vueltas alabando en las tapas de revistas “lo súper” que es el jugador, pegando a su nombre la misma palabra súper, cuando con esa sola imagen (la de la S roja y grandota entre las letras de  Messi) bastaría para simplificar y potenciar lo que por todos los medios y literalmente se intenta decir, a saber: que Messi, cuando  entra a una cancha de fútbol luciendo los colores de la camiseta del Barza, verdaderamente, ES un “Supermessi” (un hombre sobrehumano, dotado de poderes increíbles), del mismo modo que  Clark Kent cuando se pone ese ceñido traje azul con capa roja, que le otorga poder en la musculatura y don para volar,  y se vuelve un súper hombre.

Lo irónico de todo esto es descubrir que aquel tímido muchacho que antes tenía dificultades para crecer ahora no pare de agigantar su figura. Esto demuestra –y con creces- para aquellos que en su momento no pudieron o no quisieron ver que  el caudal de su inmenso y arrollador talento era también, después de todo, inagotable.



Así que ya saben, si alguien navega por allí y tiene la suerte de encontrar esa bendita portada (la que ya ha tomado para mí ribetes de carácter casi mítico), que me la envíe por favor para subirla aquí. Que le estaré sumamente agradecido.

            
   Hugo Cuccarese

Mis dibujos



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